Si hay una especie que exhibe una floración amplía y que cautiva con su singular aspecto, es la Adenium obesum. Es así como se identifica en botánica a la rosa del desierto, un miniárbol del que brotan flores comparables con la forma de una trompeta.
La capacidad adaptativa de esta planta le permite prosperar sin problemas en una maceta, en un contenedor o bajo la técnica de bonsái. Aunque su delicadeza alude a posibles atenciones muy especiales, la verdad es que se trata de una suculenta capaz de sobrevivir y mostrar sus mejores galas a partir de cuidados básicos. A continuación, veamos de qué van tales asistencias.
La rosa del desierto: una especie de suculenta tierna
La rosa del desierto se cultivaba solo en África, pero hoy es posible hallarla en cualquier parte del mundo. Malaya Journal Biosciences la cataloga como una planta ornamental que traspasa las características decorativas, para proveer de beneficios a la ciencia, a través de su fuente de fitoquímicos, útiles en la industria farmacéutica y piscícola. El aspecto de la especie es el de una suculenta de hoja caduca, que llega a medir hasta casi 2 metros de alto, por lo que funciona sembrarla en maceta o contenedor y «trabajarla» para mantenerla en las dimensiones deseadas. Las flores varían en tamaño y son de color rosa, rojo o blanco.
La planta no es enemiga de la sequía, debido a que almacena agua en sus raíces y en su tronco grueso. En cambio, muestra cierto recelo a los periodos fríos, ...